Es asombroso que algunas asociaciones civiles
pertenecientes al rubro de salud, principalmente, se desmarquen del desdén del nuevo
gobierno señalando que ni lo necesitan ni son intermediarias. Caray, pensé que,
por su práctica natural, sí servían de intermediarias entre la industria, el
gobierno y los pacientes para enviar mensajes, información y ayuda a quienes
requieren precisamente de información, concientización, atención e insumos para
la atención, el control y el manejo de sus enfermedades, sobre todo en
comunidades alejadas de la información y la modernidad.
¿Por
qué, si no, se acercan a los políticos y las dependencias de gobierno en busca
de la legitimización de su mensaje? Un acercamiento que, ciertamente, raya en
la súplica por la dádiva en la mayoría de los casos. Dádiva que no requieren
porque sus “funcionarios” viajan en avión y se hospedan en hoteles de cuatro
estrellas, cuando menos.
Señalar
lo contrario es hipócrita. Porque el acercamiento no sólo se refiere a la
propagación de su lema sino a la búsqueda de recursos e infraestructura que les
permita seguir haciendo su labor, buena o no, efectiva o no, pero que es parte
de la maquinaria social, aupada por las “necesidades” de los pacientes.
En
ocasiones, el acomodo de un lema en el imaginario social responde más a la colocación
de una marca y un logo que pretende, con base en una realidad manipulada,
mantener un estilo de vida y orquestar una puesta en escena para hacer creer
que se está trabajando de manera incansable aunque no existan cifras de su
efectividad. ¿De qué manera las AC comprueban que lo que reciben es utilizado
efectivamente y tienen un impacto real en los pacientes?
No
me refiero a si hay firma de recibido o no, sino al cumplimiento de los
estándares de efectividad que se requieren para modificar la realidad de los
pacientes. ¿Cómo ha bajado la incidencia? ¿De qué forma se interviene a la
prevalencia? ¿Qué cifras han sido impactadas?
Pero,
lo más interesante es saber si dichas AC cuentan con el personal adecuado para
verter la información y que sus prácticas sean efectivas para esa intervención
tan necesaria para la salud en el país y que sus bases no respondan al amiguismo
o al “me cayó bien”. ¿Cuáles son sus
fondos y formas? Sus modos. El expertise. Porque de eso depende su efectividad.
El
gimoteo de algunas AC responde a la nula efectividad de su labor tras muchos
años de “trabajo” orientado a las necesidades de los pacientes vía la relación
con industria y gobierno, entonces, ¿son intermediarias o no?
Pero
también hay que ver quiénes las patrocinan en lo oscurito. Porque si eres una
AC orientada al bienestar de las víctimas de violencia, no vas a relacionarte
con los vendedores de armas o de munición, ¿verdad?
Todo
es una máscara; es, como dijimos, una puesta en escena para que sus
involucrados mantengan un estilo de vida.
Y lo peor de caso es que involucran a profesionales de la salud que confían en un lema que no tiene nada que ver con la realidad, y eso, definitivamente, impacta en los pacientes.