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viernes, 19 de abril de 2019

Que no te engañen las Asociaciones Civiles

Es asombroso que algunas asociaciones civiles pertenecientes al rubro de salud, principalmente, se desmarquen del desdén del nuevo gobierno señalando que ni lo necesitan ni son intermediarias. Caray, pensé que, por su práctica natural, sí servían de intermediarias entre la industria, el gobierno y los pacientes para enviar mensajes, información y ayuda a quienes requieren precisamente de información, concientización, atención e insumos para la atención, el control y el manejo de sus enfermedades, sobre todo en comunidades alejadas de la información y la modernidad.

¿Por qué, si no, se acercan a los políticos y las dependencias de gobierno en busca de la legitimización de su mensaje? Un acercamiento que, ciertamente, raya en la súplica por la dádiva en la mayoría de los casos. Dádiva que no requieren porque sus “funcionarios” viajan en avión y se hospedan en hoteles de cuatro estrellas, cuando menos.

Señalar lo contrario es hipócrita. Porque el acercamiento no sólo se refiere a la propagación de su lema sino a la búsqueda de recursos e infraestructura que les permita seguir haciendo su labor, buena o no, efectiva o no, pero que es parte de la maquinaria social, aupada por las “necesidades” de los pacientes.

En ocasiones, el acomodo de un lema en el imaginario social responde más a la colocación de una marca y un logo que pretende, con base en una realidad manipulada, mantener un estilo de vida y orquestar una puesta en escena para hacer creer que se está trabajando de manera incansable aunque no existan cifras de su efectividad. ¿De qué manera las AC comprueban que lo que reciben es utilizado efectivamente y tienen un impacto real en los pacientes?

No me refiero a si hay firma de recibido o no, sino al cumplimiento de los estándares de efectividad que se requieren para modificar la realidad de los pacientes. ¿Cómo ha bajado la incidencia? ¿De qué forma se interviene a la prevalencia? ¿Qué cifras han sido impactadas?

Pero, lo más interesante es saber si dichas AC cuentan con el personal adecuado para verter la información y que sus prácticas sean efectivas para esa intervención tan necesaria para la salud en el país y que sus bases no respondan al amiguismo o al  “me cayó bien”. ¿Cuáles son sus fondos y formas? Sus modos. El expertise. Porque de eso depende su efectividad.

El gimoteo de algunas AC responde a la nula efectividad de su labor tras muchos años de “trabajo” orientado a las necesidades de los pacientes vía la relación con industria y gobierno, entonces, ¿son intermediarias o no?

Pero también hay que ver quiénes las patrocinan en lo oscurito. Porque si eres una AC orientada al bienestar de las víctimas de violencia, no vas a relacionarte con los vendedores de armas o de munición, ¿verdad?

Todo es una máscara; es, como dijimos, una puesta en escena para que sus involucrados mantengan un estilo de vida.

Y lo peor de caso es que involucran a profesionales de la salud que confían en un lema que no tiene nada que ver con la realidad, y eso, definitivamente, impacta en los pacientes.