Seis años le bastaron a Facebook para convertirse en un
lavadero, en toda la exquisitez de la palabra. Y más aún. Lejos de ser una ya
una verdadera red social, aquel interesante patio de recreo que significó en
2008 se ha metamorfoseado en un escenario de acicate y vertedero de insulsas
pasiones más allá del medio informativo que eslabonara aficiones, gustos y propósitos
comunes.
La burla, el escarnio, la búsqueda del bullying cibernético, entre otros vicios, son la constante en un
espacio en donde, escudados en una Fase 2 de la personalidad, los usuarios
pretender ser aquellas personas que blanden eso de lo que, en realidad, adolecen.
El peor escenario de Facebook es aquél en el que los usuarios, contraponiendo
la esencia del nombre, no dan la cara.
Como se ha manifestado en otras entradas de este blog, es la
aceptación en un mundo virtual lo que domina esta pretendida red social
mientras que en la realidad los ostentosos son quienes mantienen una actitud outsider que no pueden sacudirse más
allá de las ventajas de una ventana en blanco de la que pueden huir gracias al log off. ¿Por qué entonces el “no me
gusta” se advierte como un comando aislado, lejos del dominio público?
Todavía recuerdo cómo, en 2008, la convivencia era de
sombrero blanco, libre, abierta y consciente. El intercambio de inquietudes y
el cruce de información enriquecían el bagaje de los usuarios. Inclusive, el
jugueteo previo a la acuñación del trol
era tan jocoso como inofensivo. Y conforme el escenario fue atiborrándose de
usuarios, el espíritu dionisíaco que fomenta el acto en masa se desbocó en un
uso irracional que permite lanzar la piedra y esconder la mano (ustedes
perdonarán la frase hecha) ante cualquier publicación inofensiva. Más aún, el
apogeo del troleo aupó la urgencia de
ser admirados y aplaudidos, demostrando que, en la realidad, se troleaban ellos mismos.
Lo que los usuarios jamás tomaron en cuenta fue que, en la
realidad, sus credenciales eran más que evidentes para sus “amigos” o
“seguidores”. Es decir que, tanto en Facebook como en la vida real, su
biografía era evidente, así que los disfraces carecían de propósito. Los
efectos especiales se cebaban antes de accionar.
Algo que tampoco se tomó en cuenta fue que la realidad
únicamente se aparecía en los Inbox. Ridículo
resulta advertir que la urgencia y la necesidad por interactuar de forma seria brotan
en la intimidad y no ante el ojo crítico de los demás. Ah, esa no se la
esperaban.
Todavía recuerdo con gran gozo los domingos por la mañana
cuando, muy temprano, revisaba el muro y encontraba a uno y otro contacto
desmañanado compartiendo cualquier cosa, banal o interesante, sin afectar a
terceros. Aquello era producto de la curiosidad y la tranquilidad proponía charlas
impecables. Hoy en día, los domingos por la mañana se atiborran de imágenes que
hacen una ostentación perenne y deleznable del alcoholismo de los usuarios. Y
más todavía, porque aún quedaban rastros del llamado drunkenpost.
Hoy en día, las borracheras, el número de cubas, churros de
mota, ácidos y kilómetros recorridos tienen el mismo significado. En la
urgencia de la notoriedad no existen parangones. Qué pena. La abolición de las
raíces, la pretensión, la mala ortografía, la negación de la idiosincrasia, el
estallido de las carencias, el chiste malo, el chiste vulgar, la imagen
machista son las publicaciones que más likes
acumulan en un día.
Gracias a un experimento –poco necesario– advertí que los posts con dicha referencia aventajaban a
aquellas publicaciones inteligentes que pretendían, sencillamente, informar.
Es por ello que, después de siete años, y tras obtener
algunas satisfacciones (como conocer grandes amigos, reencontrar amistades, viejas
relaciones, etcétera), mi muro dejará de publicar consecuencias personales y se
convertirá en un segmento informativo para quien le interese.
Quienes promueven el conocimiento, la convivencia y el
intercambio de ideas seguirán recibiendo likes
y respuestas que promuevan el diálogo. Ustedes saben quiénes son y tienen todo
mi respeto, no obstante, me retiro de una red social que no ha sabido ser
utilizada para un bien común.
(B7XO, Coyoacán, 2015)
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