Un viejo amigo del que no sabía nada desde hace más de diez
años murió ayer. No diré quién porque durante ese tiempo no hablé de él más que
con una sola persona que también lo conoció por aquellas épocas. Y fue quizás
un comentario al aire. Si me lees sabrás que me refiero a ti.
En medio de esa vorágine de
sentimientos que te llega de golpe cuando recibes una noticia así siempre
buscas alguien con quien hablar. Y ese alguien me dijo que me escuchaba afectado,
“quizás demasiado por una persona de la que no sabías hace casi dos décadas;
quizás él no se acordaba de ti”. Puede ser. Puede ser que sí se acordara.
Entonces me puse a pensar en la
cantidad de amigos que han fallecido de diciembre de 2014 para acá y la cifra es
severa.
El primer amigo que “perdimos”,
de alguna manera, se casó en la preparatoria. Años después murió uno de mis
mejores amigos. Fue el primer velorio de alguien de mi edad al que acudí. Un
tipo con el que había estado escuchando música y bebiendo cerveza tres días
antes afuera de mi casa. En fin, alguien a quien veía seguido.
En este instante pienso en
aquello de “crear momentos”. Las personas son importantes en tu vida por la
cantidad de momentos que guardas de ellas en la memoria. Situaciones
divertidas, peligrosas, malas, sensacionales, casuales o inclusive sin importancia
que, encima, eslabonan a más y más personas con las que convivimos entonces.
Sí, hace años que no sabía del
Brujo pero en cuanto me enteré de su muerte vinieron a mis sentidos recuerdos
acompañados de canciones, de sonidos, de risas y borracheras y ensayos y
tocadas, y ese momento especial que reúne a todos los grupos en el escenario y
siempre llamamos pomposamente sound check.
Quizás no éramos amigos sino
cuates, pero las definiciones van sobrando. Finalmente, uno no quiere que se
muera alguien que ha pasado por tu vida y la de tus otros amigos.
Es extraño, es verdaderamente muy
extraño.
Por eso detesto a la gente
pretenciosa y material, porque siempre deja de lado lo esencial.
Justo hoy en la mañana mi hijo me
decía: “Tengo miedo de que algún día te mueras”. Los escalofríos vinieron hasta
después.
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