Hace poco un amigo fotógrafo me envió un mensaje por inbox solicitándome que entrara a la
página de un concurso de fotografía para votar por su imagen y me pidió que corriera
la voz entre mis contactos para que hicieran lo mismo.
Lo más curioso del caso es que el individuo es fanático de la
publicación de memes y videos en contra de la corrupción que late con singular
alegría y desparpajo en este país. ¿Hay coherencia en sus actos? No.
La entrega de tarjetas de Soriana del PRI a los votantes para
garantizar un voto a favor se diferencia de este hecho únicamente por la
dimensión de los resultados.
El caso de la solicitud de votos vía la amistad revela la
poca confianza que aquel fotógrafo tiene hacia sus capacidades creativas y es
una falta de respeto hacia esa supuesta amistad y el intelecto de aquellos que
considera sus amigos.
Como señalé líneas arriba, esta actitud no sólo es curiosa e
incoherente sino francamente despreciable y nos demuestra que para la sociedad
mexicana un acto corrupto merece ser denunciado sólo cuando no signifique un
beneficio personal.
De ninguna manera tenemos la obligación de votar por el
trabajo de un amigo o conocido si la pieza no cuenta con la calidad necesaria
para recibir un voto a favor, cuando no es digna de reconocimiento. No
obstante, sí tenemos el derecho de aprobar la obra si ésta lo merece y también
es nuestra obligación hacer notar no sólo su pobreza artística sino también lo
deplorable que resulta prostituir la amistad por un proyecto personal.
Quizás de esta manera los necios que ingenuamente añoran la
revolución puedan entender que el cambio comienza en cada persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario