Clonado de un meme italiano llamado Sii come Bill, Sé como José,
de acuerdo con su autor, pretende, y no, ser una guía de comportamiento en
redes sociales para reducir el troleo que tanto gozan quienes se ven rebasados
por las posibilidades de una red social y no pueden contener su entusiasmo por
darse a notar de mala manera.
En otras entradas ya hemos señalado de qué adolecen
aquellos que ven en el troleo de un post o en el asalto de un muro ajeno su
única forma de convivencia y que a su vez alimenta su muy pequeño umbral de
autoestima.
A estas alturas ya todos habrán visto de qué va el buen
José y lejos de comprender uno de sus significados, han comenzado a generarse
imitadores que realizan específicamente lo contrario a los preceptos que
pregona este tío.
No obstante, más allá de los motivos por los que fue
creado Sé como José, pueden leerse los
resultados involuntarios de un experimento en redes sociales, principalmente en
Facebook.
El perfil del buen usuario en FB y Twitter difiere en
muchos sentidos pero guarda ciertos lineamientos de educación personal –que no
de control porque se contrapondría a la esencia de internet– que permiten la
fluidez de un verdadero diálogo de construcción y comunicación, motivo principal
de las redes sociales.
En lo personal José no me cae bien, aunque sus razones
sean plausibles en cuanto al respeto de creencias religiosas o de fe, no
obstante, sí me parece prescindible, ñoño y mojigato cuando se trata de
fundamentar el respeto hacia ciertos gustos personales merecedores de toda
crítica constructiva.
Lo interesante de esto es, como decíamos líneas arriba,
advertir la cantidad de trols que se
han dedicado a ridiculizar a José como si se tratase del prefecto de la
secundaria que parecería no merecer respeto porque él no pone calificaciones.
Y más aún, porque lo que en realidad está consiguiendo
este meme es desnudar (más) el idiotismo crónico del usuario promedio.
No puede haber mejor representación de un ñoño o de un
paria sin autoestima que la figura trazada de forma elemental con bolitas y
palitos: tanto el ñoño como el trol carecen de chiste. Peor aún aquel
enmascarado o ausente de efigie y personalidad que likea o comparte las publicaciones piratas de José o los nuevos
personajes.
Así es que más allá del buen chiste y la ocurrencia,
siempre necesarios en redes sociales, lo que tenemos frente a nosotros es un
vertedero de vaguedad propiciado por la hipocondría del saber que se genera en Facebook
a causa de las carencias intelectuales del usuario promedio.
Finalmente, el autor fantasma de Sé como José resultó un provocador nato que consiguió que muchos
cayeran en su trampa. Y eso es, para el iconoclasta, delicioso. Si lo sabré.
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