¿Alguna vez nos hemos preguntado qué bien hacemos por los
demás o por el país o el mundo en el que vivimos? Aparentemente no muchos y los
pocos en menor medida. Y acaso, además, ¿sabemos que es posible hacer el bien
sin proponérnoslo siquiera?
Vamos por partes. El beneficio que podamos facturar hacia
alguien más siempre va a dejarnos una sensación de regocijo y tranquilidad, más
lo segundo que lo primero, por el simple hecho de haber realizado una buena
obra sin ningún beneficio para nosotros más allá del ya mencionado. Es decir
que el verdadero bien no es lucrativo. La acción por sí misma y sobre todo las
intenciones. Cuando hacemos el bien esperando algo de los demás entonces ya
estamos estableciendo un negocio. Y no va por ahí.
No obstante, estamos hablando de intenciones, aunque también
podemos referirnos al bien que hacemos de manera indirecta, sin saberlo.
Va un ejemplo: pongamos, sólo pongamos, la hipótesis que señala
que en este momento todos nosotros estamos estrenando una relación de pareja y los
involucrados tenemos una vida pasada inmediata que es importante obviar mas no
ignorar. Obviar es que algún pasaje reciente, o los motivos de la disolución,
sean escuchados sin que mermen la relación actual porque la otredad es
importante. No obstante, entre nosotros puede haber quienes sí se sientan amenazados
y directa o indirectamente sienten desprecio por la anterior persona que
compartió su vida con su pareja. Aquí hay un rasgo importante de ignorancia en
cuanto a nosotros mismos porque dudamos de nuestra capacidad.
Lo contrario de hacer el bien no es hacer el mal sino ser
egoísta. Si nos ponemos terrenales la solución está más a la mano: la ex pareja
de tu pareja no sólo no tiene idea de quién eres sino le importa poco si la
desprecias o no; ahora que si nos ponemos místicos las cosas son un poco más
complicadas pero igual de satisfactorias porque despreciar u odiar no sólo
gastan nuestras energías sino nos ponen de mal humor y eso afecta el desempeño
de un día común, está comprobado que la concentración se fuga por muchos
boquetes por muy budista y meditador que seas, vaya ¡ni levitando, carajo! Sí
es posible que esa persona sea un pain in
the ass para la estructura relajada o novicia y en construcción de tu
relación, sin embargo, el que ésta se vea intervenida por la otra persona
depende mucho de uno mismo. Esto en el caso de un trato inexistente o pasivo
con la otra persona, porque si dicho trato es constante, bueno, se establecen
barreras y punto, pero para ambos casos la solución es la misma: analizar qué
papel representa cada uno. Quizás tu ex colega (o socio, como muchos le dicen)
fue quien terminó aquella relación o la responsabilidad recayó en tu pareja. Sin
importar quién haya tomado la decisión podemos asegurar que aquella persona
hizo algo que directa o indirectamente provocó el rompimiento que ahora te
tiene en el lugar que siempre quisiste estar. Eso quiere decir que
indirectamente te hizo un bien y quizás, muy en el fondo, porque también está
cabrón andar reconociendo esas cosas en público, debes sentirte agradecido.
Lo mismo puede ocurrir en el trabajo o la oficina o el
equipo de estudio. Si existe una persona holgazana o que no permite el buen
flujo de las cosas y eso te obliga a trabajar más, agradece e ignóralo porque
batallando no llegarás a ninguna parte. Porque, además, al aumentar tu trabajo
aumenta tu experiencia y estás ganando algo, además del obvio reconocimiento de
tus otros compañeros así como los del jefe o el maestro.
Hace poco un viejo colega de andanzas, que sigue siendo un
habitual en los bajos mundos, me comentaba que consiguió una buena mesa en un
bar del Centro porque un individuo se la prometió si a cambio le daba una
propina. Al obtener la mesa le dio 50 pesos y el chico, emocionado, le dijo que
muchas gracias y que con eso iba a comprar piedra para ponerse hasta los
aparejos. “Me sentí tan mal –me dijo mi viejo colega– que quise quitarle el
billete, aunque lo pensé mejor y le dije que ya era su responsabilidad y que yo
en su caso no haría eso. Me contestó ‘sí, pero tú no eres yo’”. Le comenté a mi
amigo que había sido decisión del muchacho y que en eso no podemos tener
injerencia. Si la decisión de otra persona nos afecta, más que ponernos a la
defensiva hay que comenzar a pensar en una solución que satisfaga a todos. Eso
también es hacer un bien.
Y todo esto viene a cuento después de haber leído la
cantidad de comentarios en redes sociales respecto a la visita de Yoko Ono y el
papa Francisco a nuestro país.
En ese sentido, tanto la religión como el arte conceptual
son dogmas que si a nosotros no nos interesan basta con ignorarlos, aunque para
muchas personas, por su educación y su entorno e idiosincrasia, sean temas
importantes. Lo que en todo caso se ataca no es el concepto en sí sino la
desinformación, la cual sí afecta a las personas, sobre todo a quienes no
tienen el bagaje suficiente para desarrollar un criterio amplio. ¿No acaso los
intelectuales presumimos de un criterio amplio? ¿Entonces por qué no lo
aplicamos?
En mi caso puedo decir que soy una persona bastante crítica y
acidita en muchos temas porque tengo el interés de informarme. Ricardo Arjona y
Maná, por ejemplo, son elementos de la cultura popular, tanto como el papa Francisco
o Yoko Ono, no obstante, mi crítica se orienta hacia los dos primeros porque su
música me parece deplorable y a mí me gustaría… repito: A MÍ ME GUSTARIA que
las personas, sobre todo los jóvenes, tengan el interés de conocer cosas más
allá de lo evidente, como dice León’O. No conozco a Arjona personalmente pero
sí conozco a Alex, tremendo baterista de Maná, al que alguna vez le comenté que
veía su talento desperdiciado al estar en un grupo así. Es decir que se critica
el concepto y no a la persona. Total, no tengo discos de Maná y si lo ponen en
el micro le subo el volumen a mis audífonos. Al decir: no escuches a Maná,
mejor chécate este disquito de Madredeus o de Deodato, intento hacer un bien,
aunque se me brinde un avionazo tipo jumbo, ya por mí no quedó.
Por ello, antes de criticar a una persona o un concepto
pensemos en si nosotros hacemos algo por el mundo o por nuestro entorno como
puede lograrlo esa persona o ese concepto, nos guste o no. Finalmente es más la
gente a la que le gustan Maná y Arjona y, lo que nos queda, es expresar la idea
y volver a nuestros pensamientos, esos por los que sentimos tanto celo.
Btxo
(En esta entrada jamás se redactó la palabra “pero”)
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