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domingo, 11 de octubre de 2015

¡Voten por mí!

Por B7XO


Hace poco un amigo fotógrafo me envió un mensaje por inbox solicitándome que entrara a la página de un concurso de fotografía para votar por su imagen y me pidió que corriera la voz entre mis contactos para que hicieran lo mismo.

Lo más curioso del caso es que el individuo es fanático de la publicación de memes y videos en contra de la corrupción que late con singular alegría y desparpajo en este país. ¿Hay coherencia en sus actos? No.

La entrega de tarjetas de Soriana del PRI a los votantes para garantizar un voto a favor se diferencia de este hecho únicamente por la dimensión de los resultados.

El caso de la solicitud de votos vía la amistad revela la poca confianza que aquel fotógrafo tiene hacia sus capacidades creativas y es una falta de respeto hacia esa supuesta amistad y el intelecto de aquellos que considera sus amigos.

Como señalé líneas arriba, esta actitud no sólo es curiosa e incoherente sino francamente despreciable y nos demuestra que para la sociedad mexicana un acto corrupto merece ser denunciado sólo cuando no signifique un beneficio personal.

De ninguna manera tenemos la obligación de votar por el trabajo de un amigo o conocido si la pieza no cuenta con la calidad necesaria para recibir un voto a favor, cuando no es digna de reconocimiento. No obstante, sí tenemos el derecho de aprobar la obra si ésta lo merece y también es nuestra obligación hacer notar no sólo su pobreza artística sino también lo deplorable que resulta prostituir la amistad por un proyecto personal.  

Quizás de esta manera los necios que ingenuamente añoran la revolución puedan entender que el cambio comienza en cada persona.

Y quizás, también, la mayoría crea que esto puede ser exagerado o un gracejo de mal gusto, pero lo cierto es que, en muchos casos, esta sociedad tan ávida del uso de las redes sociales aún no entiende no sólo su manejo y su aprovechamiento sino que su comportamiento en ellas habla mucho de su personalidad débil, corrupta y carente de autoestima. ¿Es eso lo que le enseñarán a sus hijos? Entonces sí, gente pequeña, estamos podridos. 

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