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martes, 21 de febrero de 2012

Los libros son como los gatos…



…sólo que aquellos tienen más de nueve vidas.

Crecer rodeado de libros en casa es garantía de placer. Quien se entrega a la lectura en busca de sabiduría ha entrado por la puerta de atrás.

Los libros son también un lujo, para quien desea adornar de “sabiduría” su biblioteca. Un libro que huele a nuevo es un libro que no existe. Por el contrario, el libro de tapas ajadas y hojas carcomidas por el tiempo, el polvo y el sol es un ejemplar que ha obsequiado muchas vidas.

Los libros son ojos, músculos, entrañas, sexo. Los libros pueden ser también puerta de entrada pero no pretexto.

No obstante, por extraño que parezca, los libros son un mal regalo. Un libro en manos improbables es como una bomba de tiempo que estalla en la vida de quien no tuvo los arrestos para leerlo. Libros y libros que se acumulan sobre sus espaldas, recordándoles quiénes son en realidad. Un libro recibido y no leído es un pecado.

Antes, cuando alguien debía ser castigado, era colocado de pie, con los brazos abiertos y las palmas hacia arriba sosteniendo pilas de libros que los vencían de dolor y sufrimiento. Las modelos, cuando entrenan para caminar en la pasarela, deben andar con un libro en la cabeza para aprender el equilibrio. Es algo parecido.

Quien ha leído sabe amar y perdonar, sabe que los lazos y las alianzas son importantes, porque los libros sirven para conectarte con aquellos que pueden ver la vida desde un mismo nicho. Entes privilegiados que, como los libros y los gatos, tienen un corazón hinchado que, al menos, cursa nueve vidas.

Andrés Vargas Reynoso

(Coyoacán, 20 de febrero, 2012)


3 comentarios:

  1. Por eso sólo hay que hacer regalos a quien conoces

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    1. Muy cierto. Pero también a quien sepas que puede leerlos.

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  2. Uy, que buen post. Real, no hay dolor similar que acabar un buen libro y sentir como que te alejas de un buen amigo.

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