Tardé un tiempo en decidirme a escribir sobre el asunto en
Oaxaca. Tantito para dejar que pasen las cosas y no generar juicios ignorantes,
y un poco por problemas personales y laborales. También, siendo sincero y
contraviniendo mi ética periodística, ralenticé mi comentario editorial para no
herir ninguna susceptibilidad de personas allegadas, sobre todo aquéllas que
parecen no entender que un asunto como éste se analiza desde la raíz.
Uno de los mejores regalos que he recibido durante mis casi
20 años escribiendo es conocer jóvenes que fueron mis lectores y que hoy en día
demuestran no sólo cultura sino un criterio informado y tienen la capacidad de
verterlo con puntualidad y claridad.
Podría pensar, de no saber que de quien voy a hablar tiene
un bagaje cultural e informado de primer nivel, que se trata de un comentario
proveniente de las vísceras y no de quien, tras haber formado parte del
magisterio, cuenta con la autoridad suficiente para revestir el asunto. Resguardaré
su identidad por respeto y seguridad, pero él sabe de quién se trata y que
tiene todo mi respeto y admiración.
Mi primer comentario editorial, a nivel personal, es que
quien se atreve a hablar o escribir sobre el problema que se suscitó en Oaxaca
cuenta con información suficiente y tiene un criterio que va más allá de
protestar por protestar o de culpar de todo al gobierno (y no defiendo al
gobierno, que quede claro), práctica usual entre quien no distingue entre
neutralidad y rebaño.
Desde siempre he pensado que los sindicatos son fortalezas
de poder para unos pocos a propósito del pretexto comunal. Debe haber algunos
con buenas intenciones, pero son los menos. Cuando en México hablas de
sindicatos lo primero que te viene a la mente son prebendas, corrupción,
embute, herencia de plazas, puestos de aviadores, enriquecimiento con base en
la explotación de las necesidades de otros y, sobre todo, sinergia política con
aquéllos que algunos creen que son enemigos de los que componen la infantería
de un sindicato.
Para no alargar las cosas sólo puntualizaré a manera de bullets algunos de los comentarios más
atinados que mi buen amigo señaló, y celebro, con elegancia y estilo, algo de
lo que adolecen los radicales libres de este país:
- Lo que está pasando en Oaxaca es un caño que se destapó (el tapón era Elba Esther Gordillo) de repente, después de estar acumulando mierda durante años.
- La CNTE es una institución viciada que busca mantener un arreglo administrativo del que ha ido nutriéndose de coacciones y amenazas de parálisis urbana para quedarse con privilegios que corresponden a una horda clientelar; nada que ver con la idealización con que se les percibe como defensores de la educación.
- Los maestros están en una disyuntiva: o aceptan ser sometidos a evaluaciones que generen un sistema de meritocracia y de calidad de enseñanza, o hacen lo posible por quedarse con los derechos de corte preporfiriano que ostentan.
- Heredar plazas es absurdo, ¿y de repente ya estamos todos a favor de que ese régimen perdure?, ¿de verdad queremos que el arreglo siga como está y que la educación nacional siga siendo tan pobre y tan descuidada, secuestrada por maestros y organizaciones magisteriales con derechos que debieron ser abolidos hace años?
- La educación de un país es cosa seria, su estructura administrativa debe ser diseñada de forma que no pueda ser secuestrada por ningún grupo de poder.
- Debe ser diseñada para generar un sistema de excelencia y mérito, no de antigüedades y herencias.
- Las evaluaciones de los maestros tienen que ser por excelencia y no por participación política.
- Todo está jodido, y los más jodidos son los niños oaxaqueños que, una vez más, estarán en lo más bajos niveles de educación en el país.
- Por supuesto que nada de esto justifica que haya muertos ni la violencia desmedida del Estado. Pero también es cierto que aquí no hay inocentes.
- Genera empatía inmediata ver quiénes deben soportar los embates de los granaderos y el poder del Estado, pero lo cierto es que las causas por las que luchan no son nobles aunque sí comprensibles porque esos maestros no saben vivir de otra forma, aunque si pensamos a futuro esas formas sólo han causado sino seguirán causando el rezago educativo de siempre.
- La prioridad es la educación, no la CNTE, ni los maestros.
No puede haber mayor elocuencia y desde aquí, acorde con
estos pensamientos, me retiro a rumiar mi reflexión porque, en este caso, mi
querido amigo me ha demostrado que sí hay generaciones que crecen mental y socialmente.
B7XO, Coyoacán, 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario