Una colega periodista a quien quiero y respeto mucho me comentó en estos días que en un evento reciente
de la fuente de salud solicitó con anticipación una entrevista con uno de los
voceros y que los publirrelacionistas, ignorando su petición, les dieron
preferencia a los reporteros de televisión.
Espérame tantito, es
que están los de la tele es un argumento que se escucha una y otra vez como
si fuese un mandamiento, como si con dicho mantra se ganaran un lugar en el
cielo.
Lo más penoso del asunto es el terror monumental que
experimentan algunas agencias de relaciones públicas cuando se trata de
contener la arrogancia y la ansiedad de los reporteros de las dos televisoras
más grandes del país.
Un amigo camarógrafo, a quien respeto mucho por su trabajo y
su trayectoria, me comentaba recientemente que se muere de vergüenza cada vez
que su reportero o reportera exige trato preferencial después de una
conferencia de prensa. “Está cabrón, no se vale, eso no es correcto”, me dijo.
Jamás he experimentado directamente esa clase de grosería,
pero sí he sido testigo de ello más de una vez.
El problema es resultado de un fallo de logística y estrategia,
pero tampoco es argumento para faltar al respeto a quien se ha tomado la
molestia, profesionalmente, de solicitar su entrevista con antelación.
Evidentemente, también es un problema producto del miedo
generado por la ausencia de cobertura en eventos futuros. Sin embargo, ¿no se
supone que el impacto de una nota en medios especializados es producto del
fondo de la información? Esto suponiendo que en México existiera una gran cantidad
de medios especializados en cualquier tema; lo cual es una utopía.
La capacidad en el discernimiento y el manejo responsable de
la información deberían ser las garantías determinantes para que un reportero y
su medio gocen del respeto que se le da a otros que se escudan tras un gafete
con el logo de una televisora. Más aun, la lógica es respetar el orden en el
que se solicitó la entrevista.
Un amigo RRPP fue más escueto: “La cámara de televisión apantalla,
literal. Pero es una terrible práctica. Si se hace un compromiso debe respetarse”.
La Coordinadora de Cuentas de una agencia de relaciones
públicas pequeña pero veraz y profesional, con la que se trabaja muy a gusto,
me señalaba en alguna sobremesa que, en muchos casos, las agencias prefieren la
cantidad sobre la calidad porque esta última es la que menos le importa al
cliente.
Finalmente se trata con marcas y voceros de dichas marcas,
por ello, repito, lo elemental, si acaso la necedad proviene del cliente, es
que se respete el orden. Al parecer, el terror de no ver dicha marca en
Televisa o TVAzteca los lleva a olvidar las formas.
No obstante, “por respeto a un periodista, y a una persona
en general, no puedes cancelar una entrevista ni dar la misma información para
todos, cada medio requiere información especial. Hay que respetar a cualquier
persona, porque es su tiempo”, señaló la directiva de una agencia.
Peor aún, porque yo mismo, en mi calidad de Coordinador
Editorial de una Asociación Civil de alcance y respeto internacional, y Editor
de sus canales de comunicación, mantengo una excelente relación con clientes
transnacionales que se quejan de lo mismo.
-El trato debe ser equitativo –me dijo un directivo de un
importante laboratorio europeo.
-¿Y los spammers?
-A esos no podemos controlarlos nosotros. Pero lo que nos
importa, más allá de la cantidad de toques que tenga una nota en internet, es el
manejo que le den a la información y que la bajen para los lectores
verdaderamente interesados.
Tanto en el caso de los spammers,
quienes denigran la labor del periodista profesional, como en el penoso asunto
de las faltas de respeto, es necesario que las agencias que cometen esta clase
de errores determinen una línea de acción que evite la repetición y propagación
de estas situaciones.
Finalmente, esto no es algo general sino particular. Por
fortuna tengo una excelente relación con algunas agencias de relaciones
públicas a las que les importa tanto la manera como se maneja una información
como la cobertura ampliada y saben respetar al periodista. No, esto no se trata
de jerarquías sino de profesionalismo.
Está de más hacer editorial sobre la manera como algunos
reporteros de televisión manejan los conceptos vertidos por los voceros, sin
embargo, está claro que la información no cura.
BTXO, Coyoacán, 2016
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